LA LENGUA
Rasgo cultural de ineludible valor que acompaña especialmente a la celebración de las Fiestas de Graus es la lengua local, el grausino.
El grausino es una variedad local del aragonés ribagorzano. En la edición 2009 del Atlas de las lenguas en peligro del mundo elaborado por la UNESCO, el aragonés aparece como una lengua en peligro, aunque probablemente el grado que en realidad la define sería todavía más negativo. En ese atlas aparecen como cabeceras demográficas de esta zona lingüística las poblaciones de Sabiñánigo y Graus.
El aragonés ribagorzano es una lengua hablada por en torno a 4.000 personas de una franja territorial que va desde el municipio ribagorzano de Campo al norte a los de Estadilla (Somontano) y Fonz (Cinca Medio) al sur, y que tiene en las localidades de La Puebla de Castro y Capella sus límites tradicionales al oeste y este, respectivamente, y donde Graus es la capital de esa zona lingüística.
Es una lengua procedente directamente del latín, como el castellano o el catalán, con rasgos de ambas y también influencias del francés, y que ha pervivido con mayor o menor pureza en función del territorio concreto. En el caso de Graus, la transmisión generacional se está perdiendo gravemente en las últimas décadas, y son las Fiestas de Graus el marco temporal en el que la lengua parece reivindicarse, levemente, año a año.
Así, puede encontrarse en la base de algunos de los actos tradicionales de las Fiestas de Graus, y se presenta cotidianamente en la representación de la Mojiganga, en el canto de las albadas, y en el programa de fiestas, el conocido como Llibré.
LOS GESTOS
Hay elementos de las Fiestas de Graus que perviven en el tiempo aún cuando terminan.
El día 14, festividad del Santo Cristo, los hermanos de la Cofradía del Santo Cristo de San Vicente Ferrer recorren el pueblo en la tradicional Pllega o Llega. Los danzantes, bailando al cadencioso son del “Amadruga” y acompañados por los disparos de los trabuqueros, les acompañan en esta antiguo ritual tan extendido. En él repllegan o recogen los donativos de los vecinos (dinero, alimentos,…), lo que servirá para el mantenimiento de la cofradía y sus obligaciones. A cambio, los cofrades, ofrecen los cordonez bendecidos.
El cordoné, como su nombre indica, es un cordón de hilo, coloreado con el rojo y el amarillo de la bandera de Aragón. Se coloca normalmente en la muñeca con un doble significado: amuleto protector y símbolo identitario de los grausinos. El cordoné, muy extendido entre visitantes y amantes de las fiestas de Graus, ejerce de señal reconocible para todas estas personas en cualquier parte del mundo.
También son gestos consustanciales a la fiesta los estímulos para otros sentidos, y así no hay fiesta sin el olor de la albahaca o el estruendo de los trabucos y cohetes.
LA GASTRONOMÍA
Por supuesto, la comida forma parte ineludible de la fiesta.
En Graus, uno de los platos más apegados a la celebración de la fiesta son las chiretas. Éstas están elaboradas con tripa de cordero, que sirve para envolver una masa compuesta por arroz, embutido, vísceras, ajo, perejil y otras especias. La tradición marca que sean degustadas en las casas del pueblo durante la comida del 12 de septiembre.
También, la variada gama de productos procedentes del cerdo dan a Graus una buena fama gastronómica, que puede comprobarse durante los días de la fiesta.
EL COMPROMISO
Ésta es la palabra clave para definir el sentimiento grausino por sus tradiciones festivas. Estas no pueden entenderse sin la participación y el soporte de los vecinos de Graus, sobre todo de las nuevas generaciones, las que hacen posible que las fiestas no se pierdan o debiliten. Para cada uno de los actos, en cada uno de los grupos que componen la fiesta, existe detrás un apoyo especial por el sentir de los grausinos de todas estas generaciones.
El futuro de sus bailes está hoy asegurado por el esfuerzo hecho con los jóvenes y con los niños, intérpretes de los bailes infantiles durante la mañana del 15 de septiembre, a quienes se les inculca sobre la importancia de perpetuar el legado de la fiesta.
Y esa es una labor encomiable de los distintos grupos que hacen posible la fiesta: el grupo de Dances y Albadas, la Cofradía del Santo Cristo, la Mojiganga, la Banda de Música, etc., a los que hay que sumar el trabajo eventual de los repatanes de barrios nombrados cada año, las peñas de jóvenes y cada una de las familias grausinas implicadas en el desarrollo de la fiesta.
La creación de un grupo de trabajo que coordine todos los esfuerzos colectivos y particulares ha cristalizado en la creación del Consejo de Fiestas de Graus, activo desde principios de 2009, y para el que es objetivo primordial trabajar en la preparación de un proyecto de candidatura de estas fiestas para su catalogación como Obra Maestra del Patrimonio Oral e Intangible de la Humanidad por la UNESCO.
Todo ese apoyo popular puede también palparse en el portal Facebook de las Fiestas de Graus, que cuenta con varios cientos de simpatizantes.
La misma historia ha ayudado a garantizar un futuro próspero para las Fiestas de Graus, adaptando sus fechas de celebración al momento adecuado dentro del calendario agrícola, al final de la siega. Igualmente hoy, suponen un claro punto de inflexión en la vida cotidiana del pueblo al tener lugar al final del verano, temporada de mayor actividad económica del año, y justo antes del inicio del curso escolar.